CRÍTICA l Bajo la misma estrella l Cuando Hazel Grace conoce a Augustus Waters

Bajo la misma estrella refleja la máxima de ‘vive el momento’. Es una película muy emotiva en la que, enseguida, conectas con los protagonistas y, pese a que la trama que nos cuentan es dura, la pareja joven y protagonista desprende una ilusión que, a lo largo de la historia, despierta muchas emociones en los espectadores.

“Los cigarrillos no te matan si no los enciendes. Y nunca he encendido ninguno. Es una metáfora: te colocas el arma asesina entre los dientes, pero no le concedes el poder de matarte.”

Cuando Hazel Grace conoce a Augustus Waters la vida les cambia por completo. Hazel, entregada a su familia por un sentimiento de culpa debido a su enfermedad, empezará a conocerse más a sí misma, se enamorará y se atreverá a perseguir sus sueños. No hay duda de que todo esto puede hacer pensar que la película puede llegar al extremo de la dulzura y del ‘empacho’ sentimental, con la música adecuada y la lágrima dispuesta pero, sin embargo, la ternura presente durante toda la historia, no deja de reflejar la dureza de aprender a ‘vivir con dolor’.

A pesar del tono triste de la novela, Bajo la misma estrella mantiene un mensaje optimista, más allá de la dureza de las vivencias de los protagonistas.

“Llegará un momento en que todos estaremos muertos. Todos nosotros. Llegará un momento en que no habrá seres humanos para recordar a alguien que alguna vez existió (…) No habrá nadie a quien recordar, ni Aristóteles o Cleopatra, y mucho menos a ti”.

Agus tiene miedo al olvido, a que nadie le recuerde ¿y quién no ha soñado alguna vez con llevar a cabo una hazaña, hacer algo por lo que ser recordados?

“He conseguido mi deseo, supongo, y he dejado mi cicatriz”.

Estos miedos juveniles se reflejan de forma muy natural en la película, al igual que en el caso de Hazel, que desea conocer cómo sigue una novela que la tiene atrapada y que no tiene final pues, como la vida misma, todo puede acabar en mitad de una frase.

Todas estas reflexiones le dan un matiz diferente a esta producción denominada teen, con la diferencia de que ponen en pantalla un debate más serio y, especialmente, existencialista, dejando también un hueco para el humor, que se refleja con la presencia de un amigo de Gus y con quién se plantea la importancia de sentir el dolor, para poder superarlo y seguir adelante.

El único ‘pero’ en esta película es el grado de dulzura y entrega en el caso de la familia de Hazel. En ningún momento se nos muestra algún tipo de flaqueza, sino que todo es amor y entrega, lo que quita cierta componente realista a la historia; algo que se contrarresta con la estupenda química lograda entre los protagonistas.

NOTA MEDIA: 7.5 / 10

LO MEJOR: La química entre los actores protagonistas, la actuación de Shailene Woodley, los escenarios en Holanda.

LO PEOR: El papel de Willem Dafoe junto al carácter excéntrico de su personaje y la falta de conflicto familiar, entre los padres, que aporte una visión más realista a la historia, demasiado dulce.